Escribir para seguir siendo humana

"No escribo por el placer de la escritura; tal como son las cosas, tengo que hacerlo si no quiero perder la razón." Iba a ser un fin de semana junto con una pareja amiga, la que la narradora pasaría en una cabaña forestal. Pero entonces ocurre algo, una catástrofe nunca especificada, que hace que quede aislada por una pared de cristal del resto del mundo, con un perro, una vaca y una gata por única compañía. Al otro lado, los seres del mundo han muerto todos, paralizados en su último movimiento. Entonces, ella tendrá que aprender a racionar sus provisiones, manejar un rifle, proveer leña, cuidar de los animales. Pero sobre todo, se preguntará qué significa ser humana sin la compañía de otros humanos. Hubo una época en mi trayectoria librera en que pocas lectoras se libraban de que tratara de endilgarles El muro. Y más de una y más de tres, me consta, volvieron para agradecerme la recomendación de esta claustrofóbica y subyugante distopía de la austriaca Marlen Haushofer. La novela llevaba muchos años agotada; ahora, Volcano Libros, una joven editorial con un selecto catálogo de lo que, en sentido amplio, podríamos definir como "nature writing", la vuelve a poner a nuestra disposición (¡y en qué momento!) con una nueva traducción y un título diferente: La pared. Hace años, una podía leer la novela en clave de una amenaza nuclear (recordemos que data de 1963), de una catástrofe ecológica o de una crisis existencial. Ahora, las pantallas de polímeros que brotan por doquier a nuestro alrededor, añaden una escalofriante lectura de premonitoria actualidad. Impresionante, más que nunca.