Cuando nuestros dilemas íntimos se convirtieron en (gran) literatura

Al final va a tener razón Pilar cuando dice que quienes tenemos una cierta edad apenas necesitamos comprar más libros, entre los que tenemos por casa sin leer y aquellos otros que no recordamos haber leído… Dime una adivinanza, de Tillie Olsen, un fino volumen que ahora sale en nueva edición, con nueva traducción (Blanca Gago), pertenece a esa tanda pionera de obras de autoras que se tradujeron aquí en los setenta y los ochenta. Los cuatro relatos que lo componen, originales de finales de los cincuenta, llegaron aquí en 1984, como número 43 de la mítica colección amarilla de Anagrama: cuando leíamos deseantes, sedientas de textos que hablaran de nosotras, que convirtieran en materia literaria asuntos que nos incumbían y que parecían pertenecer a nuestro sentir y nuestros dilemas íntimos. Como la maternidad, en Aquí estoy, planchando, un monólogo de mujer cargado de sentimientos de culpa, dirigido a su hija mayor a la que nunca pudo dedicar la atención que hubiera querido. O la amistad entre una niña blanca y otra negra en Oh, sí que se ve cercenada a partir de cierto momento cuando Carol asiste a una misa en la iglesia de su amiga quedándose tremendamente tocada por la carga emocional del ritual. Y qué decir de la célebre novela corta Dime una adivinanza que da título a esta recopilación y que rastrea la agonía de una mujer anciana ante los ojos de su desconcertado marido. Él no sabe cómo reaccionar cuando la mente de ella se va alejando cada vez más, ya que “el amor —ese afán de cuidar al otro— había crecido con la necesidad como un torrente y, como un torrente, arrastraba y sacrificaba todo lo demás. Pero cuando la necesidad ya estaba satisfecha, ay, ese poder se perdía en el doloroso proceso de retener y secar lo que aún manaba, pero que no tenía un cauce por donde discurrir”. Y así, en su paulatino ensimismamiento, ella va recuperando palabras olvidadas de sus “sueños más sagrados” y de todas las mujeres que alguna vez fue. Olsen (1912-2007) perteneció a una familia de judíos reformistas ucranianos emigrados a los Estados Unidos. Dedicó toda su vida al activismo político a favor de las minorías sociales y las mujeres. Su producción literaria es muy escasa; tanto más sorprende la salvaje fuerza y la originalidad de sus palabras. Palabras que entremezclan los diálogos con rimas, canciones y citas poéticas que a una le hacen añorar la versión original (pese a la buena traducción), en un canto al lenguaje oral. Una lectura obligatoria dentro de nuestra genealogía. Me temo que tardaré en encontrar otra tan impresionante.

Comentarios

  1. Caramba Heide...no dejes de escribir reseñas como esta, por si algún día volvemos a leer como leíamos antes ;-)

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