Del amor y otras catástrofes

Confesaré que encaré el libro con reticencias. Hace un tiempo había leído (en diagonal y sin mucho interés) Yo también soy una chica lista, que me pareció poco memorable y bastante oportunista. Deforme Semanal me suele enervar, por lo frívolo y advenedizo (y por el histrionismo de Isa Calderón). Así que hicieron falta la buena opinión de Miguel y el comentario de Amparo que había visto a Lucía Lijtmaer en una conferencia, para que le diera una oportunidad a Cauterio.  Y me llevé una buena sorpresa. Cauterio (instrumento o proceso que quema una herida, contribuyendo así a su sanación) enfrenta, o entreteje, en capítulos breves, las voces de dos mujeres: una treintañera sin nombre que, abandonada por su pareja (quien va perdiendo interés a medida que va forjándose una carrera en un partido de reciente creación; ejém…), vaga cual zombi por la Barcelona de 2014; y Deborah Moody —un personaje histórico—, una acaudalada viuda inglesa que tuvo que emigrar a la costa este estadounidense en el siglo xvii por sus ideas religiosas. Allí Lijtmaer la hace coincidir con otro personaje verídico, la malograda disidente Anne Hutchinson.  Mientras el personaje actual comienza una espiral destructiva acompañada por unas (bastante divertidas) imaginaciones de desastres apocalípticos, Deborah Moody aprende a desconfiar, a negociar y a aumentar sus riquezas. Sólo al final, en una pirueta genial y tras tomarse su (muy original) venganza la treintañera desbancada, coinciden las dos y comienzan —o así cabe esperar— una nueva estirpe de mujeres astutas. “Aprendí que puedes hacer pacto de silencio con los hombres si aprendes a comportarte como ellos. Por eso sellan sus negocios en los burdeles hasta los más rectos: si yo callo tus pecados tú también debes callar los míos. En eso se basa todo.” Una novela estupendamente escrita y ensamblada: no cabe duda de que esta Lucía Lijtmaer es, en efecto, una chica (muy) lista.