Un canto a la ficción


Empieza la cosa de la manera habitual: con una página con el título (Biografía de X), la autora (Catherine Lacey), la traductora (Núria Molines Galarza). Al dorso, los créditos: título en inglés (Biography of X), año, editorial, ISBN. Después, una advertencia: “Esta es una obra de ficción.” Y la zambullida en un cuadernillo de páginas vacías de tonos grises cada vez más leves. Cuando emergemos en el otro lado, nos espera otra página con un título (Biografía de X), una autora (C.M. Lucca), una traductora que no existe, un año (2005) y un ISBN inventados. Y a partir de ahí, cual Alicia, seguimos al conejo hasta el interior de la madriguera donde nos encontramos con una narradora tratando de aprehender la verdadera (falsa) historia de (la ficticia) X, con la que estuvo casada y tras la repentina muerte de esta. Parece un juego complicado, pero les prometo que es muy sencillo y, desde luego, tremendamente ingenioso. Porque X, un personaje ―ya les dije― ficticio, coincide con un montón de personas reales: de David Bowie hasta Richard Serra, de Renata Adler a Emma Goldman ―esta convertida en jefa del gabinete de Franklin D. Roosevelt―, de Susan Sontag a Carla Lonzi, Nancy Spero o Wim Wenders. Y seguramente me dejo en el tintero un sinfín de guiños culturales más que no cito por falta de espacio o porque se me han escapado. Todos ellos convenientemente adaptados al antojo de la (verdadera) autora. Y así, la narradora inventada por Lacey emprende su búsqueda de toda una serie de personas que tuvieron alguna importancia en la trayectoria de su mujer, a fin de componer un puzzle que, tal vez, se aproxime a la verdadera, falsa X. Ahora bien, “parece que el ser humano es demasiado complejo para quedarse quieto dentro de un relato, pero eso no ha impedido que nadie intente, que intente a la desesperada, condensar una vida en páginas.” Todas estas entrevistas y búsquedas quedan minuciosamente referenciadas con notas a pie de página… falsas, claro está. En este punto es menester destacar la excelente labor de la traductora, cómplice y co-creadora de todas estas menciones bibliográficas tan bien fingidas, al igual que de la gran cantidad de citas camufladas que se identifican al final. También se intercalan múltiples fotografías de personas y lugares, supuestamente extraídas del legado de X y que al final, una vez hayamos salida de la cueva del conejo, se referencian correctamente. El resultado, más que un puzle, es un juego de disfraces de una mujer que decidió nunca dejarse aprisionar (“El precio de tener una identidad es la incapacidad de transformarla.”), que se muda una y otra vez convirtiéndose en otras, una diferente en cada encuentro. Fue escritora, editora, artista plástica, fotógrafa… siempre artista de culto y de gran éxito. Y allí, Lacey aprovecha para repartir irónicos sopapos al mundillo del arte, de la alta cultura y de la crítica. Mientras la narradora prosigue con sus pesquisas, va cambiando su percepción de X y la descubre limitada y a menudo en confrontación con la de los otros personajes consultados. ¿Qué es, pues, Biografía de X? Es un gran e inteligente juego literario; es un exótico paseo por el mundo cultural del siglo pasado y por sus vanidades; es una (falsa) biografía que pone en tela de juicio las biografías; es un canto a la ficción y su poderío; es una metáfora de las múltiples y engañosas realidades a las que las pantallas y los medios nos exponen; es, como concluye Laura Fernández en esta reseña, una novela monstruo. Además, y casi se me olvida: se lee como el agua.


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