Los relatos que componen nuestras vidas

Los libros de Claire Messud no han tenido mucha suerte en este país: tanto La última vida (original de 1999) como su obra más conocida, Los hijos del emperador (2006) acabaron en las mesas de saldo; y ello, pese a que la hija de canadiense y pied-noir es considerada una de las voces actuales más prestigiosas y sólidas de la literatura estadounidense. La niña en llamas narra el difícil tránsito de la adolescencia de Julia y Cassandra, dos chicas que no podrían ser más diferentes: la primera y voz narradora desde la perspectiva de unos pocos años más tarde, es pragmática, buena alumna, hija de dentista y madre feminista con carrera; Cassie, en cambio, dura, frágil y alocada, nunca conoció a su padre y su madre ejerce de enfermera domiciliaria. Al principio, estas disimilitudes sociales y emocionales no parecen importar demasiado y desde el parvulario las dos se convierten en las mejores amigas. Sólo cuando sobreviene ese tsunami llamado adolescencia, las diferencias se hacen patentes y las chicas se distancian. Cuando al final Cassie y Bev se marchan de la pequeña población donde vivían, Julia se pregunta qué de todo lo que creía saber de su amiga era realmente cierto. Un libro sobre lo condenadamente difícil que es hacerse mayor (siempre, pero sobre todo en estos tiempos); sobre los sueños (acotados) disponibles a las jóvenes y los relatos, siempre parciales y esquivos, de los que están hechas nuestras vidas.

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