Esa inabarcable añoranza


Génie la loca, la llaman los habitantes de la población donde habita una casa destartalada de las afueras. Génie la loca, que procede de una de las mejores familias de la zona pero que se convirtió en proscrita después de lo que ocurrió. Génie la loca, que trabaja de sol a sol en las duras tareas del campo, muda y ensimismada, con la mirada en blanco. La narradora de esta novela de Inès Cagnati es Marie, la pequeña hija de Génie. Relata con palabras sencillas y líricas, con la cualidad repetitiva y circular de las fábulas, con frases llanas que se repiten como mantras. Así cuenta la historia de un gran anhelo, el que Marie siente  por su madre, a la que añora y busca pero que la ahuyenta: “No te pegues a mis faldas”. Al anochecer, Marie la espera al borde del camino para deshacer juntas el último trecho y cenar los frutos del campo que los payeses le han entregado a la madre por su trabajo. “Nunca he tenido nada”, dice Génie, y a Marie lo que más le gustaría es hacerla comprender que no es cierto, que la tiene a ella, a Marie. Es la historia de un gran anhelo, decía, de una gran soledad, de una sucesión de trágicas pérdidas. De un mundo duro y opresivo del que las mujeres son las primeras víctimas, por muchas razones. Es un libro que rezuma tristeza y abatimiento, pero también una gran belleza, “belleza escalofriante”, como señalaba la crítica cuando el libro salió en Francia a finales de los setenta del siglo pasado. La autora, descendiente de emigrantes italianos, se crió en el ambiente rural, pobre y abusivo, del suroeste francés; coordenadas que, sin duda, asoman en este libro. El primero traducido al castellano y que deja una honda huella.

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