Una asignatura pendiente

Al hacer el pedido para la feria del libro solía incluir cada año un puñado de los mismos títulos; longsellers que, casi siempre, lograban hacer feliz a algún despistado espinilludo: El diario de Ana Frank, El camino, Siddharta, 1984 y Nada. Sin embargo, y ustedes me perdonarán, yo nunca había leído este primer premio Nadal, original de 1944 y escrito por una jovencísima Carmen Laforet. Ahora, confinada en un pueblo minúsculo, un ejemplar de la novela salió de una de las múltiples cajas que guardaba allí y debo confesar que me sorprendió muchísimo y muy gratamente. Andrea se traslada de su pueblo a Barcelona a estudiar y debe alojarse en casa de unos familiares. El panorama que allí se encuentra es desolador: una tía severa y sádica, dos tíos unidos por una relación tormentosa marcada por el maltrato físico y verbal, una abuela bondadosa, mas ultrajada y senil. ¿Quién dijo que las historias de familias desestructuradas eran un invento americano...? A pesar de este ambiente tétrico y la escasez económica, Andrea muestra una fortaleza sin par y logra salir, cambiada pero indemne, de un año de grandes aprendizajes. Y con algún lúcido hallazgo sobre su propia persona, como este: "Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme." Maravilla lo bien que se sigue leyendo esta novela.

Comentarios

  1. Es una de las novelas que tengo entre manos, pero me he detenido en su lectura para devorar una de tus últimas recomendaciones: Conversaciones entre amigos. ¡Gracias por tus actualizaciones!

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    1. Gracias a ti por hacerme saber que te sirven mis textitos.

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