Buscando interlocutoras literarias


Si me preguntaran si me ha gustado Hermana. (Placer), de María Folguera, no sabría qué contestar. Sobre todo, dada mi tirria hacia ese omnipresente género de la autoficción al que parece haberse abonado cierta generación y que, por lo general, me aburre soberanamente. Porque por mucho que Folguera afirma que la protagonista-voz narradora del libro no es ella, ambas comparten una hija de corta edad, la profesión de dramaturga, el estreno de una obra teatral sobre Elena Fortún, ciertos avatares la pandemia, una amiga despendolada (estímulo y rival, interlocutora y antagonista)… Y que lleva entre manos un curioso proyecto titulado Enciclopedia de los Buenos Ratos de las Escritoras donde se pregunta, en un intento de trascender la imagen martirológica de las escritoras, qué cosas les divertían o les hacían felices a Fortún, Chacel, Martín Gaite, Laforet, Lejárraga, Ras, Lindo, Teresa de Jesús… Es en estos pasajes donde me interesó, y mucho, el libro, en estas lecturas atentas y encarnadas, en esta búsqueda prolija por paratextos y reportajes. Y me descubrieron una mujer joven tremendamente sensible e inteligente, que vive la literatura de sus antecesoras con una gran intensidad y lo sabe transmitir. Que piensa mientras habla, que rehúye los tópicos, busca genealogías y vive la literatura a flor de piel.

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