Georgia O'Keeffe, más allá del emblema feminista

 

Tantos calendarios, tantas reproducciones, tantas portadas: las pinturas de Georgia O’Keeffe (sobre todo sus flores) pertenecen a ese bagaje visual que a fuerza de tanto verlas corren peligro de convertirse en meros cromos. Tanto más me sorprendió el impacto que me causaron sus lienzos en la reciente visita a la exposición monográfica en el Thyssen-Bornemisza, en Madrid. Ahora cae en mis manos la novela gráfica que María Herreros creó por encargo del museo y expresamente para la muestra. Y pienso que qué bien ha sabido transmitir el alma de la pintora la joven ilustradora valenciana. Sin detenerse en tediosos detalles biográficos, con una gran capacidad de síntesis y ayudándose de algunos extractos de cartas personales —tan importantes en la vida de O’Keeffe—, Herreros deja constancia de las decisiones que marcaron la vida de la artista, de esa fascinación por la austera belleza de Nuevo México, de su carácter indomable, sobrio, solitario. Las ilustraciones, basadas en el dibujo y con una paleta limitada de colores, acompañan el esfuerzo. Hay otros libros sobre O’Keeffe, un personaje fascinante de gran belleza hasta el final de sus días, pero creo que María Herreros ha sabido captar con mucho arte su esencia. Después, nuestra será la labor de seguir buscando ulteriores materiales gráficos, artísticos y literarios. Por ejemplo, el documental que realizó en 1977 Perry Miller Adato, un personaje apasionante por derecho propio. O este otro que editó Allen Charlton para la BBC en 2016. Porque el cómic ha conseguido abrirnos boca y porque Georgia O’Keeffe, sin duda, lo merece.

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