Como mirar a través del agua clara y, de repente, descubrir el fondo*

 

Lo mío con Tove Jansson viene de lejos. Me parece que viene de los primeros libros sobre los Mumin, publicados en su día por Alfaguara. Había algo en estos personajes: el Mumintroll, Snusmumrik, la Pequeña My que, aunque dirigido a un público infantil (Jansson es, en su Finlandia natal, un mito y cuenta con un museo, un parque temáticopelículas y un sinfín de gadgets), apelaba a esa niña rebelde que habitaba mi yo adulto. Hablaba de soledad, miedo, la huida, la amistad, los deseos… Así que hizo bien Siruela editándolos —ignoro si con mucho o poco éxito— en su colección Las Tres Edades (“de 8 a 88 años”). Mis preferidos eran La niña invisible y, desde luego, El libro del verano, el más claramente apto para lectores adultos que ahora publica Minúscula con nueva traducción. Cuando este verano vi, en filmin, Tove, un estupendo biopic que presenta a una artista insumisa y sorprendentemente moderna que no duda en seguir su camino (lo que implica, también, su amor para las mujeres), comprendí lo bien que había sabido leer entre líneas. El libro del verano muestra a una niña y una abuela en sus veranos en una isla donde la naturaleza poderosa y el mar son omnipresentes (seguramente no muy diferente a la que Jansson habitó durante muchos veranos junto con su compañera). La pequeña Sophia es todo lo preguntona, fantasiosa, exaltada e impertinente que son algunas niñas a las que se les permite serlo; la abuela la acompaña en sus excéntricas aventuras, que devienen pequeñas lecciones de vida. La provoca, la sosiega, para luego volver a replegarse en su ansiada soledad, su cigarrillo y la lectura de su novela policiaca. La editorial promete la entrega de ulteriores libros para adultas de Jansson. Los estaremos esperando con curiosidad y los ojos y el corazón bien abiertos. 

*El título es un préstamo de una crítica que hizo del libro Ali Smith. Otra tal para cual, por cierto.

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