El lado oscuro o confuso de nuestra mente

 

Charlo Torp es un perdedor. Su mujer ha muerto; ha perdido el trabajo, acumula deudas fruto de su ludopatía y sus acreedores lo persiguen; su hija adolescente no quiere saber nada de él. Todo ello lo podría arreglar introduciéndose en la casa de una anciana, con un ramo de flores en ristre. Sustraerle la plata, las joyas, algún dinero. Una cosa fácil, o así parece. Con el dinero conseguido, Charlo salda las deudas y compra un caballo. Así recupera la relación y el respeto de su hija. Encuentra trabajo en los establos. Se convierte en un ciudadano respetable. Con un pequeño problema: en el trascurso del robo, mata a la mujer. Y ello pone sobre su pista al comisario Sejer, un viejo conocido de las lectoras de Karin Fossum; un hombre melancólico, meticuloso e infinitamente paciente. Que va cercando a Torp en una sucesión de conversaciones magistrales, siempre corteses, casi de compañeros, hasta que este no tiene más que una salida. Valiente la gracia, dirán ustedes, nos has contado toda la novela, que en una policiaca es un verdadero crimen, valga la redundancia. Pero ah! Karin Fossum no escribe policiacas al uso. Lo de la noruega va mucho más allá, también en El asesinato de Harriet Krohn. Son novelas psicológicas, hablan del mal, son viajes al lado oscuro o confuso de nuestra mente. A veces nos dejan sin el alivio de un asesino confeso; a veces, como en este caso, lo conocemos desde el principio y no importa. Yo soy fan confesa de Fossum y a lo largo de los años he afiliado a más de una al club. De hecho, este texto pretende servir no tanto para recomendarles esta novela en concreto, como para hablarles de una escritora extraordinaria.

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