Un borrador para pensar sobre los años que nos vienen

 

Toda su vida profesional, Anna Freixas se ha dedicado a pensar y a escribir sobre el envejecimiento de las mujeres. Recordarán ustedes aquel libro fundacional de 2013, Tan frescas, sin el que ninguna de las mesas que montábamos en nuestro añorado Sidecar era completa. Como buena feminista (“lo personal es político”), el interés más específico y el enfoque de la autora ha ido cambiando según ha ido cumpliendo años. Yo, vieja (Apuntes de supervivencia para seres libres) no habla ya de esa mediana edad de la menopausia, ni del imperativo estético de camuflar las canas y demás signos de la incipiente edad (que también), sino que entra de lleno en los pormenores de esta nueva etapa que nos aguarda a las más afortunadas (como no cesa de repetir) de una generación que ha sido pionera en tantas cosas. Y a la que le viene pequeñísimo el rígido corset de expectativas y prejuicios que la sociedad le tiene preparado, fabricado en otros tiempos, para otras “ancianas”. Empezando por el título: Yo, vieja, proclama Freixas orgullosa, y allí se quedan todos los políticos con sus melifluos mayores (“nuestros mayores”) atravesados en la boca. Este libro, como dice su autora en la introducción, parece que va en broma pero va completamente en serio. La parte de la broma (más allá de su estilo a menudo desenfadado y descarado) asoma en las propuestas, sugerencias, tretas, componendas… con que concluye cada una de los capítulos (“No te limites por tu propio bien. Si por comer chocolate vamos a morir antes, bendita sea… Aprende. No dejes que te entretengan perdiendo el tiempo con chorradas… Dúchate y lávate el pelo a menudo y acuérdate de peinarte por atrás después de haber estado tumbada… Deja ya de cocinar toda la semana preparando tápers para tus hij@s y niet@s. Con ello solo contribuyes a perpetuar tu rol de cuidadora y a que sean unos inútiles funcionales.”). Pero antes de llegar a estas pequeñas listas hemos pasado, en cada caso, por un capitulito bien fundamentado, lleno de una luz nueva sobre los diversos temas (salud, cuidados, relaciones, dinero, implicación social y cultural…) y lleno de reivindicaciones que se pueden resumir en estas palabras: libertad, justicia y dignidad. Y en el concepto que sobrevuela todos los trabajos de la autora, el de la diversidad. La vejez que plantea Anna Freixas será costosa (tanto para quienes diseñan las políticas pertinentes como para las propias implicadas: no permite más desidia que la estrictamente elegida), pero será la que se merece esta generación de viejas tremendas que se avecina. Vamos a tener que imaginarla, cada una para sí, pero sobre todo juntas. Aquí se nos brinda un valioso borrador para este cometido.


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