Esa comezón en el pecho como a punto de encabritarse pero que no acaba, no acaba, y al final no se desboca

Una casa a la que “llegan los difuntos después de andar por el monte llenos de barro y de mugre y de sangre todo temblores y miedo”, para esconderse en las ollas de matanza hasta que se les pase la angustia. En la que los ángeles, como insectos gigantes, como mantis religiosas, asoman vigilantes entre los huecos de las tejas. En la que los armarios crujen y abren sus puertas anhelantes. En esta casa, en la que “no hay mucho que hacer más que recocer la rabia dentro de la tripa”, en la que “no se hereda dinero ni anillos de oro ni sábanas bordadas con las iniciales, aquí lo que nos dejan los muertos son las camas y el resentimiento… la mala sangre y un sitio para echarte a la noche”; en esta casa, digo, viven una abuela y una nieta que se turnan tomando la voz. La madre se ausentó hace muchos años y sólo poco a poco nos será revelado qué fue de ella. Carcoma tiene elementos de la literatura del terror, de la de las casas embrujadas, pero traídos al presente. Aunque aparecen topónimos de la provincia de Cuenca, se calcula en euros y se mentan los móviles, sobrevuela un aire incierto e intemporal propio de los cuentos de hadas crueles, de las fábulas perversas. Pero, además, Carcoma es (y sobre todo) una pequeña novela anticapitalista y antipatriarcal. Lo que, en su caso, no le resta ni un ápice a su soberbia capacidad evocadora y de creación de un mundo literario. Un mundo de señoritos y de los de abajo, que suelen ser LAS de abajo, donde los varones son, en el mejor de los casos, flojos y cobardes y en el peor, puteros y maltratadores. Y en el que las mujeres, por fin, se toman la justicia por su mano invirtiendo el orden anunciado. Sólo en algún momento Layla Martínez aplica la crítica con brocha algo gorda y la pedagogía resulta pelín evidente. Casi siempre, resultan subyugantes esta casa y estas mujeres, estas frases de eco ancestral tan magníficas. Parece que el librito anda por la veinteava edición (lo que quiera que signifique esto) e intuyo que ha sido sobre todo por el boca a oreja. Así que, déjenme que les susurre al oído: l-e-a-n esta joyita.

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