Habitando los dos mundos

 

Mi extravagante biblioteca particular está compuesta en gran medida de rarezas e inencontrables. Varios los he ido prestando a lo largo de los años, cuando una amiga o clienta buscaba algún texto sin éxito (alguno de estos, por cierto, nunca volvió; y no voy a decir nombres aquí…). Uno de ellos es El enigma, de Jan Morris, que llevaba varios años agotado. Hasta ahora, cuando Gallo Nero ha tenido la gran idea de preparar una nueva edición, al calor de un renovado interés por el tema. He buscado la reseña que escribí para la cartita de Sidecar cuando el libro salió traducido por vez primera en 2011 y la reproduzco a continuación. Jan Morris ya falleció (en 2020, a los 92 años), pero el interés por sus libros no ha hecho más que incrementar. La mayoría se encuadra en la categoría de la literatura de viajes; El enigma destaca por ser el más personal y singular.
“Desde chico, el pequeño James Humphrey Morris concluía sus oraciones con las siguientes palabras: ‘Y por favor, Dios mío, déjame ser una niña. Amén.’ Porque siempre supo que su sexo no concordaba con su género, aquello que define como ‘el alma, tal vez, el talento, el gusto, el entorno, una manera de sentirse, la luz y la sombra, una música interior, un saltito al andar o un intercambio de miradas, en definitiva, tiene más de vida y amor que cualquier combinación de genitales, ovarios y hormonas. Es la esencia de uno mismo, la psique, el fragmento de la unidad.’ Recordemos que estas palabras fueron escritas en 1974, cuando la teorización sobre transexualidad estaba en ciernes y Judith Butler, a punto de terminar el instituto. Y así, cuando estuvo próximo a los cuarenta años, Morris decidió por fin iniciar una terapia de cambio de sexo. Pero no sin antes haber ejercido de oficial del 9º Regimiento de Lanceros de la Reina, informado desde El Cairo como corresponsal de la Agencia de Noticias Árabe, acompañado a una expedición británica hasta el Everest, haberse casado y engendrado nada menos que cinco churumbeles. Ahora es una culta y serena señora octogenaria entrada en carnes, que continúa compartiendo sus días con su mujer y que ha habitado, por así decirlo, los dos mundos, e incluso el del medio. De ello nos trae noticias, en este libro singularmente elegante, sensible, único."

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